Tengo miedo a crecer sin haber hecho todas esas cosas que en mi juventud me hubiera gustado hacer. No quiero, me niego a ser ya alguien adulto, alguien viejo y decir “me hubiera gustado hacer bla bla bla” pero no pude, no quise, o tuve miedo.
No quiero ser “valemadrista”, pero no quiero que por temor a él “que dirán” mis sueños fumados se vayan al vacío causándome una desilusión futura y contarle a mis nietos aquellos locos sueños que tuve, solo tuve y que jamás realice, por mis temores o por lo que sea.
Quiero contar historias y vivencias que tenga, decir que siempre fui yo, y que por mas absurdos que hayan sido mis sueños los logre, sin miedo ni temor a nada y sin pena. Porque, es decir, estoy algo ya cansada de que este tiempo nos cegamos por “hay que pena” o “que oso que van a decir”. Digo, ¿Por qué avergonzarnos de nuestro “yo” verdadero?, y si, la sociedad es un asco, ya que muchas personas trabajan en bajar nuestras autoestimas con comentarios estúpidos al respecto a nuestras personalidades y/o aspectos, ¿es acaso que no entienden lo que es la libertad de expresión?, pues al parecer no, lo que logra ser otro gran obstáculo a parte de nuestra inseguridad a la realización de dichos sueños.
Pero, si de verdad se quiere algo, ¿Por qué permitir que gente ajena a nuestras vidas opinen al respecto?! ¡Al diablo aquellas personas! Seamos nosotros mismos, vida solo hay una y sería demasiado estúpido desperdiciarla siguiendo prototipos de perfección, abandonando aquello que con ansia deseamos, cosa que lamentaríamos el resto de nuestras vidas.
Tampoco digo que seamos rebeldes, eso no, maduremos por nuestras experiencias, no por relatos de otras vidas, por experiencias ajenas, o solo por presión, olvidándonos que tenemos vida propia, y que somos nosotros quien la manejamos, ¡nadie más!